Estados Unidos, 1913
Los viajes en coche son una buena oportunidad de escuchar la radio.
Ayer, de regreso del fin de semana, lo hacíamos escuchando Radio Aragón.
El programa que estábamos escuchando abordaba temas diferentes, con interlocutores diferentes…
En un momento dado, el presentador dió paso a su siguiente invitado.
Lo presentó como alguien que suele traer cosas curiosas, en este caso, traía una fotografía.
La descripción que hicieron sobre la misma fue la siguiente….,era una foto en blanco y negro con los bordes desgastados, en ella aparecia un cartero, de pie, posando…
El relato de la foto se volvía interesante cuando describía que, del bolso del repartidor, lo que aparecía era un niño pequeño, mirando al objetivo de la cámara, con los ojos muy sorprendidos.
El presentador comentó que al darle la vuelta a la foto, se veia una escritura de caligrafía muy esmerada y se podía leer “Febrero de 1914“
A continuación el invitado relató la historia de la foto:
A principios de la segunda década del siglo pasado, en Estados Unidos, se creó el correo postal y lo hizo con el propósito de ser un servicio al alcance de cualquiera…. y lo consiguió hasta límites insospechados.
Los envíos de paquetes postales se popularizaron tanto, por su bajo precio, que era más barato usar este sistema de transporte antes que cualquier otro.
Sólo había un límite, el paquete tenía que pesar menos de 50 libras (22,5 kg).
…. Y, había padres que querían mandar a sus hijos con algún familiar pero que no se podían permitir pagar el billete del viaje.
Así que, aunque parezca de ciencia-ficción estos padres compraron un sello de correos, se lo pegaron en la ropa del pequeño, y dejaron que el servicio postal, se ocupara de entregarlo en la dirección especificada.
No había ni siquiera que ir a buscarlo a la estación, te lo mandaban a casa.
Según lo que hemos podido investigar por internet, hubo al menos dos niños enviados de esta manera a sus familiares, aunque pudieron haber sido muchos más.
El que está documentado y al que se referían en la radio ocurrió el 19 de febrero de 1914.
Según el National Postal Museum, uno de los paquetes más extraños fue el enviado en Idaho, de Grangeville a Lewiston, de 21,8 Kg… una niña de 4 años llamada May Pierstorff. Los padres de la niña decidieron enviarla con sus abuelos pero les parecía muy caro el billete del tren y, aprovechando una laguna en la normativa del Servicio Postal, pagaron 53 centavos en sellos -pegados en su ropa- y la enviaron por correo. La niña viajó en el mismo tren pero en el vagón del correo y fue entregada en la casa de sus abuelos por un cartero llamado Leonard Mochel.
A la compañía, no le quedó otra, que prohibir expresamente el envio de seres humanos por correo.
La pregunta que se planteaba el presentador y el invitado era…
¨¿Tenían alguna consideración especial con estos paquetes?”
-¿Había alguna cláusula que garantizara que el paquete se entregaba en las mismas condiciones en que lo habían llevado?
La reducción de costes era tan brutal, que no sólo el trasporte de personas era rentable, también llegaron a mandar un edificio, enviando sus 80.000 ladrillos en paquetes de menos de 22 kilos, colapsando el servicio postal.
Si queréis conocer la historia la tenéis en el siguiente enlace.